Para quienes no estén al tanto, el videoclip ha dejado de ser un vehículo meramente publicitario para extenderse hacia otras formas de expresión como la musica o el cine.
Al principio de los tiempos modernos, cuando la cadena televisiva MTV comenzó a emitir vídeos en horario continuado, todo el mundo pensó que el nuevo formato no iba a pasar de ser otra variante del lenguaje publicitario puesta al servicio de la industria del disco. Para los artistas, acumular videoclips se convirtió en un asunto de prestigio personal. Los realizadores, por su parte, se las daban de artistas de vanguardia. En aquellos días de euforia audiovisual cortaron el bacalao Michael Jackson, David Bowie y Peter Gabriel. Michale Jackson le encargó Billy Jean al irlandés Steve Barron; Thriller, a John Landis, y Bad, a Martin Scorsese. El inglés Julien Temple transformó en cortometrajes canciones como China Girl y Blue Jean, de Bowie. Un miniejército de animadores de plastilina, con los hermanos Quaye a la cabeza, remodelaron la imagen del ex líder de Genesis en el clip Sledgehammer. Después apareció Russell Mulcahy, creador de algunas de las mejores parafernalias fantásticas de Duran Duran. Entonces, la regla no escrita era ésta: cuanto más parecido fuese el clip a una película de cine, mejor.
La década de los 90 fue pródiga en cambios. Dos fotógrafos marcaron el devenir del formato con sus propuestas esteticistas y antinarrativas. Anton Corbijn catapultó a Depeche Mode a la cima del techno sofisticado con imágenes adulteradas en laboratorio, mezcla de soportes y texturas, desenfoques, virados y demás trampantojos finolis. El gabacho Jean-Baptiste Mondino transformó a Madonna en una diva fashion con micromaravillas inspiradas por el expresionismo alemán y la fotografía glamourosa del Hollywood de entreguerras. Otro nombre muy destacable dentro del grupo de videoclippers más influyentes de anteayer es el de Tim Pope, miembro no musical en la sombra de The Cure, culpable de gran parte del look siniestro que caracteriza al grupo desde hace 15 años. Pope, Barron, Temple, Mulcahy y un larguísimo etcétera probaron suerte en el mundo del cine, con variada fortuna. Su ejemplo sirvió de acicate a toda una generación de nuevos talentos, muchos de los cuales están realizando ahora mismo películas de éxito internacional. ¿Ejemplos? Tres: La celda, de Tarsem; Los Ángeles de Charlie, de McG; Underworld, de Len Wiseman.
El triunvirato que en estos momentos goza del mayor prestigio entre los fans de la cultura clipera son Spike Jones, Michel Gondry y Chris Cunningham. Ellos han conseguido monopolizar la atención de los moderniquis de medio mundo y, de paso, lavar la imagen de un colectivo repleto de caraduras. Gondry ha introducido la ingenuidad de ciertas técnicas de animación en montajes realmente complejos. Los clips más espectaculares de Björk dan buena cuenta de su derroche de ideas: Bachelorette, Isobel, Human Behaviour. Su primer filme, Human Nature, es una combinación de miniaturas formales y temáticas. Cunningham no se ha prodigado tanto, pero su obra influye más que ninguna. Lo suyo es la mezcla de texturas distorsionadas y extrañas imágenes subliminales. Utiliza todo tipo de efectos especiales mecánicos y digitales para asustar al espectador. Todavía estamos esperando a que se decida a dar el salto a la gran pantalla.
En este blog nuestra intención es poner los mejores ejemplos que ilustren la joven pero prometedora carrera de los videoclips a lo largo de la historia, tanto musicales, como publicitarios o meramente experimentales. Les damos una cordial bienvenida a VideOzone y esperemos que lo disfruten.
Fuentes: http://www.elmundo.es/laluna/2003/242/1068127960.html
Publicado por Nicolás Lucisano
Al principio de los tiempos modernos, cuando la cadena televisiva MTV comenzó a emitir vídeos en horario continuado, todo el mundo pensó que el nuevo formato no iba a pasar de ser otra variante del lenguaje publicitario puesta al servicio de la industria del disco. Para los artistas, acumular videoclips se convirtió en un asunto de prestigio personal. Los realizadores, por su parte, se las daban de artistas de vanguardia. En aquellos días de euforia audiovisual cortaron el bacalao Michael Jackson, David Bowie y Peter Gabriel. Michale Jackson le encargó Billy Jean al irlandés Steve Barron; Thriller, a John Landis, y Bad, a Martin Scorsese. El inglés Julien Temple transformó en cortometrajes canciones como China Girl y Blue Jean, de Bowie. Un miniejército de animadores de plastilina, con los hermanos Quaye a la cabeza, remodelaron la imagen del ex líder de Genesis en el clip Sledgehammer. Después apareció Russell Mulcahy, creador de algunas de las mejores parafernalias fantásticas de Duran Duran. Entonces, la regla no escrita era ésta: cuanto más parecido fuese el clip a una película de cine, mejor.
La década de los 90 fue pródiga en cambios. Dos fotógrafos marcaron el devenir del formato con sus propuestas esteticistas y antinarrativas. Anton Corbijn catapultó a Depeche Mode a la cima del techno sofisticado con imágenes adulteradas en laboratorio, mezcla de soportes y texturas, desenfoques, virados y demás trampantojos finolis. El gabacho Jean-Baptiste Mondino transformó a Madonna en una diva fashion con micromaravillas inspiradas por el expresionismo alemán y la fotografía glamourosa del Hollywood de entreguerras. Otro nombre muy destacable dentro del grupo de videoclippers más influyentes de anteayer es el de Tim Pope, miembro no musical en la sombra de The Cure, culpable de gran parte del look siniestro que caracteriza al grupo desde hace 15 años. Pope, Barron, Temple, Mulcahy y un larguísimo etcétera probaron suerte en el mundo del cine, con variada fortuna. Su ejemplo sirvió de acicate a toda una generación de nuevos talentos, muchos de los cuales están realizando ahora mismo películas de éxito internacional. ¿Ejemplos? Tres: La celda, de Tarsem; Los Ángeles de Charlie, de McG; Underworld, de Len Wiseman.
El triunvirato que en estos momentos goza del mayor prestigio entre los fans de la cultura clipera son Spike Jones, Michel Gondry y Chris Cunningham. Ellos han conseguido monopolizar la atención de los moderniquis de medio mundo y, de paso, lavar la imagen de un colectivo repleto de caraduras. Gondry ha introducido la ingenuidad de ciertas técnicas de animación en montajes realmente complejos. Los clips más espectaculares de Björk dan buena cuenta de su derroche de ideas: Bachelorette, Isobel, Human Behaviour. Su primer filme, Human Nature, es una combinación de miniaturas formales y temáticas. Cunningham no se ha prodigado tanto, pero su obra influye más que ninguna. Lo suyo es la mezcla de texturas distorsionadas y extrañas imágenes subliminales. Utiliza todo tipo de efectos especiales mecánicos y digitales para asustar al espectador. Todavía estamos esperando a que se decida a dar el salto a la gran pantalla.
En este blog nuestra intención es poner los mejores ejemplos que ilustren la joven pero prometedora carrera de los videoclips a lo largo de la historia, tanto musicales, como publicitarios o meramente experimentales. Les damos una cordial bienvenida a VideOzone y esperemos que lo disfruten.
Fuentes: http://www.elmundo.es/laluna/2003/242/1068127960.html
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